Eres mi hermanita de adopción (nosotras la hicimos) mi pequeña hermanita.
Un día nos presentaron (ni recuerdo cuándo) y comenzamos a hablar.
Pronto conectamos y comenzamos a hacer cosas juntas. Salíamos a caminar juntas (a veces solas, a veces con el peque y el cachorro) y hablabamos.
Viste tantas cosas que no te contaba… Recuerdo aquel día en que cuando volvimos de caminar se había desatado en infierno y el que, parecía, ser su representante vino a recibirnos echo una furia, completamente iracundo porque alguién se había confundido de número de teléfono… Te sorprendiste tanto, que todavía lo recuerdas a día de hoy. Creo que fué cuando empezaste a ver lo que sucedía.
Viste alguna de aquellas noches en las que, parecía, que cundía la más absoluta de las locuras y que todos y cada uno de los presentes parecía salido en una película de espíritus.
Recuerdo las jornadas de croquetas, las jornadas de rosquillas, las jornadas de bizcochos.
Estuviste ahí, apoyándo, compartiendo, escuchando, acompañando y abrazando. Mi hermanita pequeña.
Eres una de esas pocas personas que continúan ahí, una de las que supieron permanecer en un espacio neutral, sin influir, sin comentarios y sin recados, pero siempre apoyando.
Ahora que estás en una situación complicada no estoy segura de si te sirvo de algo, de si te estoy proporcionando suficiente apoyo…
