Hace años entraste cogida de la mano de nuestro más preciado tesoro y desde entonces son tres tesoros maravillosos que nos alegran la vida, aunque no podamos achucharlos lo que quisiéramos.
Eras esa jovencita tierna, de aspecto dulce, tímida y reservada que parecía mirarlo todo como si todo fuese nuevo y asombroso para tí. Seguramente todo te parecía extraño, muy diferente a lo que estabas acostumbrada. Probablemente nosotros también somos diferentes a lo que habías conocido. A lo mejor ni siquiera nos entendías (y no me refiero al idioma). A lo mejor incluso te parecimos invasivos (lo siento). El tiempo pasó y poco a poco cada vez que nos veíamos sonreías más.
Con el paso del tiempo te veíamos crecer cada día.
Desde el proyecto de tres pudimos ver cómo mirabas con asombro la progresión de tu cuerpo y derrochabas dulzura en tu mano acariciando el futuro. Luego el coraje, la timidez o el pundonor hicieron que quisieras vivir (y sentirte superwoman, lo que ya eras) tú experiencia sin interferencias.
Te has enfrentado a la nueva etapa con el coraje de querer demostrar que podías hacerlo (por supuesto que sí). Se te sale la dulzura y la ternura por los poros de tu piel cuidando de tu pequeña guerrera. Derrochas cariño en esa caricia tan tuya cuando le pasas la mano desde su frente hasta la cabecita en un gesto de protección y de consuelo increíble.