Mami

Hace años entraste cogida de la mano de nuestro más preciado tesoro y desde entonces son tres tesoros maravillosos que nos alegran la vida, aunque no podamos achucharlos lo que quisiéramos.

Eras esa jovencita tierna, de aspecto dulce, tímida y reservada que parecía mirarlo todo como si todo fuese nuevo y asombroso para tí. Seguramente todo te parecía extraño, muy diferente a lo que estabas acostumbrada.  Probablemente nosotros también somos diferentes a lo que habías conocido. A lo mejor ni siquiera nos entendías (y no me refiero al idioma). A lo mejor incluso te parecimos invasivos (lo siento). El tiempo pasó y poco a poco cada vez que nos veíamos sonreías más.  

Con el paso del tiempo te veíamos crecer cada día.

Desde el proyecto de tres pudimos ver cómo mirabas con asombro la progresión de tu cuerpo y derrochabas dulzura en tu mano acariciando el futuro.  Luego el coraje, la timidez o el pundonor hicieron que quisieras vivir (y sentirte superwoman, lo que ya eras) tú experiencia sin interferencias.

Te has enfrentado a la nueva etapa con el coraje de querer demostrar que podías hacerlo (por supuesto que sí). Se te sale la dulzura y la ternura por los poros de tu piel cuidando de tu pequeña guerrera. Derrochas cariño en esa caricia tan tuya cuando le pasas la mano desde su frente hasta la cabecita en un gesto de protección y de consuelo increíble.

La serpiente

Todo el mundo tiene alguien como ésta persona en su vida (aunque no siempre se sabe). Es tremendamente dispuesta a acogerte bajo su ala cómo la gallina a los polluelos, a enseñarte cosas, a compartir cosas, absorbe lo que le puedas enseñar, comparte opiniones contigo, pero en algún momento deja de participar en la conversación manteniendo cara de interés y la sonrisa perenne.

Siempre muestra interés en tus cosas, se asombra con lo que le cuentas, te hace preguntas, te escucha hasta el final con interés.

Es una persona amable, dulce y empática con todo el mundo, así durante tiempo hasta que comienzas a ver una pequeña muestra de algo que no te gusta de alguien que, por supuesto, no eres tú y con el paso del tiempo cada vez lo vas viendo más veces. De momento se muestra muy cercana a ti y se muestra como un colega.  

Puede estar a tu lado escuchando o departiendo contigo, no te llevará la contraria, ni discutirá contigo. A tu espalda le mostrará a los demás el nivel de hipocresía que puede gastar. A mi me lo decían de pequeña “cuando la barba de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar” y es una frase que, esta persona, debería llevar tatuada en la espalda y en la frente.

Tiene una amabilidad acompañada de una sonrisa casi peremne en su cara, que en una fracción de segundo puede volverse un gesto burlón o de asco a la espalda de alguien. Nunca mostará su verdadero rostro salvo por la espalda.

Luego, una vez que siente el respaldo de otros, seguirá sin mostrar su cara de frente, pero por la espalda, incluso a veces «por lo bajini» no tendrá piedad.

Es exactamente como una encantadora serpiente, sibilina. A ti, que ves representada tu imagen aquí, que lo disfrutes mucho.

Tormento

Te pido perdón a ti, atormentada y enganchada, pero con un corazón enorme y tremendamente sedienta de cariño, del que no tenías en tu entorno, sedienta de “te quiero”, hambrienta de abrazos, necesitada de besos, la vergüenza y el desconcierto (cuando descubrí tu interior) no me dejaron mostrarte lo que te apreciaba.

Luego venía la locura de tu tormento.

Eras cómo un animal herido, como un cachorrito perdido en medio de una vorágine de seres que se mostraban fríos y distantes cómo cubitos de hielo, despotas, que cubrían la vergüenza de no ayudarte con impotencia.

Muchas veces pienso que no te serví de soporte todo lo que habría podido, lo que no creo es si me hubieses dejado enfrentar a los tuyos a lo que yo veía. Una vez lo intenté y me estrellé contra el muro de la vergüenza (no la mía) y la falta de decisión.

Te fuiste tan joveny me dejaste el recuerdo de aquel beso solicitado que me partió el alma en dos. Te fuiste y no sé si podría haberte hecho la vida más dulce. En una ocasión te pregunté qué necesitabas y me dijiste “un abrazo”; en ese momento vi lo sola que te encontrabas, lo perdida que te encontrabas, lo dolorida que tenías el alma, lo necesitada que estabas de amor.

Seguramente

Seguramente se puede tener un recuerdo más cómodo de la más tierna infancia, pero no con más amor. Vosotros, los dos, me disteis un gran tesoro que me ha mantenido a salvo, que me saca una sonrisa de ternura cada vez que pienso en vosotros. Esa mujer pequeñita y ese hombre espigado, que en mi infancia parecía muuuy alto, los dos han sido y serán mis referentes en muchos ámbitos de mi vida.

Eras el hombre más valiente (muchos años más tarde se han sumado mis dos chicos) que yo conocí para defender a los suyos. Ante los tuyos nada ni nadie podía interponerse, en una época en la que las leyes y la sociedad en la que te desenvolvías no eran iguales para todos. Tu supiste demostrarlo.  

Cuando vine al mundo ya nos estabas en edad de cargar conmigo, pero lo hiciste y jamás te quejaste. No estabas en edad de ponerme sobre tus hombros, pero lo hiciste. La mayoría de los hombres de tú época (incluso mucho más jóvenes) no tenían paciencia para charlar, jugar y acariciar a una niña pequeña como yo, pero no recuerdo que me faltase jamás una caricia, no recuerdo que no quisieras escuchar las cosas que yo quería contarte.

Eras un hombre espigado, alto, huesudo incluso. Tus ojos eran de un azul increíble, podías perderte en ellos más fácil que mirando al cielo. Eras tan dulce, tan cariñoso, tan amoroso… Tus manos nudosas me daban unas caricias rudas y llenas de amor. Eras un ser increíble, me gustaba tanto ir contigo… me contabas historias de la guerra, de tu familia, leyendas, ungüentos, medicinas naturales, los cuentos de las Mil y una Noches (supe lo que era cuando ya no estabas).

Luego cuando ya era una preadolescente te llevabas contigo una cuerda para atarla a un árbol y que yo pudiera saltar a la comba, o te aprendías los juegos de manos y las canciones que yo te enseñaba. Eras paciente cómo pocos: todavía recuerdo una carta que enviaste a casa con una letra … y con un trenzado lateral hecho a base de recortar el papel.

Eras mi héroe, contigo me sentía segura, querida (aún permanece esa sensación cuando te pienso). Eras valiente, capaz de enfrentarte a quién fuese, sin importarte nada, cuando veías una injusticia. Parecías tan seguro. Luego perdiste la cabeza, lo que hicieron que fuese complicada la vida contigo, pero incluso ahí tenías momentos de humor.  

Te amé, te amo y te amaré.

Carme

Ella fue una profesora, no sólo en la formación, sino también en la vida. El contacto con este espíritu libre fue breve, pero intensísimo. Dos años tremendamente intensos con una profesora de vocación como la copa de un pino.

Una mujer que te dejaba la cabeza dando vueltas después de cada clase, que enseñaba a preparar lo imprevisible, que obligaba a buscarse la vida.

 Una persona increíblemente jovial, que “escuchaba mejor con gafas”, que participaba de los éxitos de los “chavales” a los que les daba clase, que era capaz de montar una fiesta en su piso con un grupo de adolescentes (hay que tener valor) para celebrar con ellos algo y no tener miedo de que te destrocen el piso.

Una mujer capaz de dar clase sólo porque le gustaba ayudar a la vida a crecer, que se sentía en su salsa con los adolescentes (ya hay que tener un espíritu fuerte).

Capaz de ofrecer su vivienda, su soporte legal y su ayuda para encontrar trabajo a un estudiante cuando tenía dificultades. Capaz de saber que la vida social es tan importante como la profesional y de decirle a sus estudiantes que no podían dejar de lado ninguna de ellas. En su momento no supe mantener el contacto y ahora ya no es posible. Has sido capaz de imprimir en mí una forma de ver la vida, tus enseñanzas han perdurado y madurado en mí a lo largo de los años.

Sigue estando presente en mi carácter y en mis recuerdos más entrañables.

¿Qué persona te marcó en tu época de estudiante?

Perdón o perdóname

Elucubrando conmigo misma he estado pensado en las personas que creo que han sufrido o están sufriéndome a mí o a mi carácter y buscando acciones y comportamientos que corregir me he puesto a analizar cuál es la forma más efectiva de reconocer y reconocerle al otro que algo en mi comportamiento no ha estado bien y que, además de reconocerlo, trabajo en mejorarlo. Entonces me puse a analizar las formas de hacerlo y me salieron el “Perdóname-Discúlpame”, el “Perdón” y el “Perdón…pero”.

“Perdóname” (como si la otra persona estuviera obligada a otorgarnos esa gracia). Incluso llegamos a exigir al otro “¿Cuántas veces tengo que pedirte que me perdones?” o “¿Cómo tengo que pedirte que me perdones?”. El “Perdóname” (aunque no nos demos cuenta) es un imperativo, una orden; no una disculpa, no un reconocimiento de nuestro error. Es sobre todo una exigencia.  Otra cuestión es si esto te enseña a ti mismo algo, si de ello sacas la conclusión de que debes cambiar-crecer en algún aspecto de tu comportamiento.

Sólo decir “Perdón” (que, creo, expresa que eres consciente de que algo hiciste mal y que quieres ofrecer una disculpa que, por supuesto, no está sujeta a lo que la persona a la que se le ofrece la disculpa quiera hacer), sin condiciones, sin órdenes, sin obligaciones. Cuando pides perdón sin más estás reconociendo que hiciste algo mal, que, crees, afectó a la persona a la que le ofreces tu “Perdón”. Lo ofreces sin esperar nada, sin más. Puedes también ofrecer tu intención de modificar tu conducta en ese aspecto. También te estás diciendo a ti mismo donde puedes crecer y mejorarte.

Si detrás del “Perdón” va un “pero es que”, entonces ya no reconocemos nada, solamente echamos la culpa de nuestro comportamiento al del otro (ya sé no es fácil y entono el “mea culpa” en ello). Igualmente, no reconocemos que hicimos algo mal, sólo lo condicionamos a las acciones de otros; con ello “no es culpa/responsabilidad” nuestra. Realmente somos responsables de nuestro comportamiento, aunque también sé que las circunstancias pueden llevarte al límite y que una vez ahí, sacas tus demonios. Esto también es un aprendizaje para saber lo que corregir, que demonios tienes y trabajar en ello, aunque muchas veces te sangra el alma en el aprendizaje.

Voy a hacer un ejercicio de introspección y dedicar a las personas que han estado-están en mi vida las cosas por las que creo que no ofrecí mi mejor versión, sino, probablemente, la peor. A lo largo de las próximas semanas ofrezco desnudar mi alma en cosas que no suelo reconocer ni verbalizar y que, en algunos casos, ya no podré comunicar a quién le afectó y le ocasionó dolor.

Y tú, ¿qué crees?

Reloj

Miro hacia fuera y veo tu vida, mi vida, la vida de la gente. Con problemas, alegrías, con amores incipientes, con el corazón roto, corriendo en su día a día, casi sin ver a los suyos porque la premura es tanta que no da tiempo a pararse. Vivimos con tanta prisa que, estando en la misma vivienda, en la misma mesa, incluso sin que esté físicamente presente, el que la preside es el reloj, que es el dueño absoluto de la mayoría de las vidas, aunque ha dejado de presidir las paredes de las cocinas o las mesillas de noche rige cada uno de nuestros movimientos.

Ya no vivimos con los nuestros, no nos sentamos tranquilamente a disfrutar una sobremesa, no escuchamos realmente sus voces. Todo se convierte en datos, problemas que solucionar y en cumplir con el reloj. Nuestro jefe absoluto, que se erige en dictador de nuestra vida, que lo rige todo, incluso la relación más íntima.

Si es en el desayuno tenemos que llegar a tiempo (reloj) a trabajar-llevar a los niños al colegio, si es para la comida del mediodía tenemos el tiempo contado para ella (reloj), si es la cena hay que estar listos a las XX:XX (reloj) para bañar a los niños y acostarlos. Y esto de lunes a viernes (cómo mínimo). Si la familia quiere hacer algo diferente juntos, el fin de semana se vuelve otra contrarreloj.

Cuando quieres jugar una partida a cualquier juego, tenemos que vigilar el reloj, si tenemos intimidad con nuestra pareja, le restamos el tiempo a las horas (reloj) de sueño, si tu bebé/hij@ quiere jugar contigo tienes que restar tiempo (reloj)de algún lugar.

Además, somos conscientes de que el tiempo (reloj) se va y el día no nos da para nada (reloj), nos perdemos la niñez de nuestros hijos, su juventud y se van, hacen su vida y te lo has perdido por falta de tiempo (reloj) o por no saber gestionar el tiempo (reloj).

Necesitamos una pausa de disfrutar de hacer nada, para respirar el cuerpo de nuestra pareja, para jugar en el suelo con nuestros hijos sin tener que recibir ordenes del que parece el dueño de nuestras vidas, para poder olvidarnos del despertador, del reloj, en definitiva.

¿Cómo crees que preside tu vida?

Infinitas gracias

Somos lo que somos gracias a las circunstancias en las que nos vemos inmersos (a veces duras), a veces por nuestras decisiones y otras por las de otros. Todos guardamos mucho bagaje, alguno del cuál ni siquiera en nuestros momentos más íntimos reconocemos ni mencionamos.

Hoy voy a darle reconocimiento a todos esos sucesos, aunque no quisiera que ninguno de los míos tuviera que vivir alguno de ellos, pero he llegado aquí y no me han hundido (a veces parecía que estaban cerca).

A tí que quisiste y cuidaste aunque no te tocaba, a tí que jugabas conmigo, a tí que me tratabas con un cariño infinito, puedes irte con tranquilidad.

A tí y a tí que deberíais proporcionar lo que no supisteis, sin más, podeis sentir tranquilidad.

A ti que me odiaste desde cuando ní siquiera recuerdas, porque sí o porque no, puedes irte con tranquilidad.

A tí que me odiaste por el camino o por la circunstancia o por contagio, disfruta de tu tranquilidad.

A tí que me amas desde tiempo inmemorial pero no tuviste la fuerza para sacarme de donde estaba, aunque era tú responsabilidad; puedes sentir tranquilidad.

Y, sobre todo a tí, que me diste la mano para que saliera por mí misma, disfrútame y deja que te disfrute. En este apartado hay muchas más personas de las que se pueden imaginar. INFINITAS GRACIAS

Papás.

Convertirse en padre por elección es un camino lleno de decisiones conscientes, cada una marcada por la intención, el deseo profundo de dar amor y el de proporcionar soporte al crecimiento de una vida. Este viaje único comienza con el momento de reconocimiento, donde surge el deseo de compartir la vida con alguién con quién, puede ser que, compartas vínculo genético o no. Es un paso valiente, definido por la el amor y el compromiso personal hacia el futuro.

Mi querido «papaíto»… Un referente tanto como hombre, como marido, como padre y como padre por elección. Fué, es y será un referente en mi vida. Ese hombre alto (visto desde mi más tierna infancia) que ataba una cuerda a un árbol para que yo pudiese saltar a la comba. Ese hombre divertido que aprendía conmigo las canciones infantiles. Ese hombre culto que compartía conmigo los cuentos de «Las mil y una noches» (el cuál había leído por la inmensa curiosidad de haber querido aprender cuando la necesidad y la misera eran su entorno). Ese hombre tierno, dulce, amoroso y firme como una roca, permanece en mi esencia aunque hace mucho tiempo que me falta.

Otro papá por elección es mi presente, que un día escogió ser y estar lo que otros no habían sabido ni querido. Un peluche grande. Ese compañero para jugar al balón dentro de casa o para saltar encima de la cama. Esa roca fuerte, que se mantenía firme cuando todo parecía un cúmulo de incertidumbres. Ese ser que lloraba de emoción cada vez que el retoño levantaba vuelo hacia algún lugar que le mantendría alejado físicamente, pero que también promocionaba su crecimiento aunque representáse estar alejado. Ese maravilloso ser siempre dispuesto a estar y a hacer.

El más reciente de ellos: un niño grande que apoya y promociona que al retoño le crezcan las alas y que apoya cada intento de vuelo. Ese ser que ha cambiado a Bad Bunny por Luli Pampín en sus canciones diarias. Que disfruta cada segundo, los alegres y los tristes, del crecimiento de la vida. Ese pedazo de hombre que fué, es y será un apoyo para los suyos. Que sabe dar un «buziaczkiy» un «tuli tuli» a cada uno de los suyos y apoyarlos en su crecimiento. Ese osito que lleva a caballito a su retoño (físicamente) y al resto de sus seres queridos (emocionalmente).

Nuevo horizonte, o no…

Recientemente, me embarqué en un viaje investigador hacia el nomadismo digital, un concepto que, aunque nuevo para mí, promete una aventura sin precedentes. A los taitantos, decidí que ahora era el momento perfecto para investigar en las posibilidades de mezclar mi experiencia vital con la flexibilidad y las habilidades de trabajar desde cualquier lugar.

El primer paso fue sumergirme en el aprendizaje de habilidades digitales relevantes, que me resultan apasionantes, desde marketing en redes sociales hasta el uso de herramientas para gestionar mi tiempo (una asignatura pendiente desde…). Cada día es una oportunidad para aprender algo nuevo, y la satisfacción de avanzar en el dominio de estas habilidades es inmensa. Estoy descubriendo que el verdadero valor no reside en la comodidad de lo conocido, sino en el coraje de explorar lo desconocido y en la constancia cuando no ves por donde seguir.

Foto generada por IA

Me estoy uniendo a comunidades en línea de nómadas digitales, buscando inspiración y apoyo en historias de personas. Ésta red me muestra que el camino hacia el nomadismo digital está pavimentado por la diversidad y la inclusividad. Es estimulante saber que puedo encontrar inspiración en otros que han seguido ese camino antes y que hay una comunidad entera dispuesta a compartir sus conocimientos y experiencias.

Ahora, me siento bien con mi aprendizaje… Todavía no sé si voy a seguir éste camino y me voy a reinventar completamente de forma laboral, pero sí que voy a continuar con éste aprendizaje. Sé que puede presentar desafíos, estoy espectante para enfrentarlos con una mente abierta y un espíritu aventurero.Nunca nos parece el momento perfecto para rediseñar la vida y abrazar el cambio, pero también sé que si nunca comienzas NUNCA lo harás.

Mujeres, mujeres

Hoy me he retrasado, por ello pido disculpas. Estuve pensando qué y quién iba a protagonizar mi entrada. Estuve dando vueltas a mis referentes y descubrí que sólo tuve un referente masculino en mi infancia y juventud: mi querido «papaíto». Pero hoy le toca a las mujeres y sé que no caben todas aquí.

Mi querídisima «mamaíta»: una mujer pequeña, menuda, tremendamente cálida. Era un ejemplo en todos los sentidos: solidaria, moderna (más que sus hijas), cálida como ninguna otra y con una practicidad que te dejaba sin palabras. Recordaré siempre esa preciosa mujer haciendo chulas, papas, huevos fritos con patatas fritas (los mejores que he podido comer en mi vida), cómo te ponía las manos en la cara con un gesto que sólo ví en otra persona (otro capítulo). Fuerte, a pesar de su aparente fragilidad. Dura, resistente, una columna a la que agarrarte. Una mujer con una paciencia infinita, con un respeto por la vida ajena que era un ejemplo para mí. Siempre fué capaz de ponerse en los zapatos del otro. Un ejemplo a seguir y que merecería mucho más ella sóla. Su palabra: C A R I Ñ O

Carme, la mejor profesora que he tenido. Una mujer comprometida con todos y cada uno de sus estudiantes, que se preocupaba de saber que pasaba en sus vidas por si necesitaban algún tipo de ayuda (eso no era fácil de encontrar en aquellos tiempos). Que intervenía cuando creía que era necesario y que era capaz de dar una clase que nos dejaba la cabeza dando vueltas, con unos métodos disruptivos, divertidos y tremendamente estimulantes. Una mujer que celebraba nuestros triunfos como si fueran los suyos, que nos ayudaba a levantar el vuelo acompañándonos hasta que podías batir, nosotros sólos, nuestras alas. Una mujer libre, independiente, divertidísima y que no desentonaba (tenía los años que yo tengo ahora) con los chavales de 15, 16, … Era capaz de integrarse y de conseguir que aprendiésemos cosas cuando hacíamos algo mal. Su palabra: E S T I M U L A N T E

Ella era más una amiga, que un referente. La quise, la quiero y la querré (esté donde esté). La lloro muchas veces porque su deriva ha sido … En fin: una mujer alegre, siempre con una carcajada pronta a salir, que era un estallido de alegría. Siempre una amiga, siempre aportando, siempre ayudando. Comprensiva siempre. Te quiero donde quiera que estés. Su palabra: D I V E R S I O N

Pasando los años he encontrado más mujeres que son un referente para mí. Lamentablemente no caben aquí. Creo que acabaré escribiendo un libro, aunque cada una de ellas merece uno para ella sola.

¿Y tú, qué referentes tienes?

Vampiros emocionales

¿Sabes lo que son?. Pues son los seres que se alimentan de la energía, la atención y las emociones de los demás, dejándolos agotados, frustrados y deprimidos. Son personas que no respetan los límites, que manipulan, que critican, que se victimizan, que mienten, que chantajean, que culpabilizan… En definitiva, son personas tóxicas que nos hacen daño y que dejamos que participen de nuestras vidas justificándonos de diferentes maneras.

Pueden ser familiares, amigos, parejas, compañeros de trabajo o incluso desconocidos. A veces no los identificamos porque se camuflan bajo una apariencia de bondad, de interés, de simpatía o de necesidad. Pero tarde o temprano, sus verdaderas intenciones salen a la luz y nos damos cuenta de que nos están chupando la sangre.

Hablamos mucho de amigos, parejas; en fin de personas que nos vamos encontrando y que escogemos que formen parte de nuestra vida, pero esas mismas personas son-pueden ser-serán vampiros emocionales de niños que no pueden escapar de su control. Acceden a ellos porque son sus hijos, sobrinos, hijos de amigos, … Entonces las pobres criaturas crecen pensando que esa es la conducta normal, que no son suficientes para que se les quiera, que no merecen amor por sí mismos, que el amor está sujeto a que se hagan las cosas como esa persona quiere y que nunca será suficiente.

Está muy mal visto que alguién diga en voz alta que pueden ser vampiros emocionales nuestros tíos, abuelos, padres o cualquier otro adulto en cuyo cuidado caiga la criatura. Ahí están perdidos porque los abusadores construyen una dependencia emocional con ellos que los va a mantener atados y deudores de por vida. Y así tenemos personas que o son manipuladores o son manipulados en su vida adulta y de esa forma perpetuamos la toxicidad emocional, el dolor asegurado de ellos o de los que les rodeen.

¿Cómo podemos reconocer a las personas tóxicas si el lazo invisible ya está instaurado?

Tocando el cielo

La mejor mezcla: el Sol y el Mar.

¿Te pasó a tí?

Cuando finalmente reuní el valor para poner fin a años de tormento, nunca imaginé que el camino hacia mi libertad estaría sembrado de nuevas formas de miedo. La ruptura no fue el final, sino un contínuo oscuro más, donde las sombras de la persecución y las amenazas se convirtieron en mi nueva realidad. Incapaz de aceptar lo inexorable, pude ver otra vez más su peor cara y su obsesión, en una persecución sin descanso que no dejaba espacio al aliento.

Vivir con el constante temor de que algo terrible pudiera suceder no nos obligó a cambiar nuestra rutina, a mirábamos por encima del hombro, a saltábamos al menor ruido. Las noches se convirtieron en un escenario más de la pesadilla iniciada años antes, cada pequeño sonido, el teléfono sonando, todo era un recordatorio de que la amenaza seguía ahí, acechando. La tranquilidad que había supuesto la nueva forma de vida para protegernos se sentía frágil, vulnerable a ser destrozada en cualquier momento.

La angustia de saber que el miedo no me alcanzaba sólo a mí, me desgarraba el alma. Ver lo que debería ser una inocencia despreocupada, ahora marcada por la incredulidad, el desconcierto y la preocupación, me rompía el corazón una y otra vez. Había que protegerlo, debía ser el escudo contra un peligro que nunca debería haber conocido. La lucha por nuestra seguridad y bienestar nos unió de maneras que nunca imaginé, transformando nuestro vínculo en una fortaleza impenetrable.

A pesar de la oscuridad que nos rodeaba, me aferré a la luz de la esperanza. Cada día que pasaba era un recordatorio de fortaleza y determinación. Con la adversidad cara a cara, aprendí el verdadero significado de la amistad. Esta batalla por nuestra libertad me enseñó que, incluso con el alma quemada, puedo encontrar la fuerza para renacer de las cenizas, para reconstruir vidas sobre los cimientos del amor, la seguridad y, sobre todo, la esperanza en un futuro donde la sombra se disipe, dejándonos finalmente en paz. En este camino cada paso adelante es una victoria, un acto de valentía que nos acerca a la tranquilidad.

Y así fué…