No recuerdo el momento juste en que te conocí, pero desde entonces, eres y has sido uno de los pilares de mi vida. Bueno, no sólo de mi vida. Estuvimos juntas en una circunstancias muy particulares: tú con la sociedad y yo con mi propio infierno, en el que me viste avanzar y me apoyaste siempre.
Siempre has sido alguien de un carácter muy particular, pero también firme y sin fisuras. Hemos compartido, en el tiempo, momentos especialmente complicados, aunque por separado.
Hemos estado juntas, luego hemos estado separadas, otra vez juntas, pero cómo quiera que sea siempre estás en mi vida.
Me has enseñado a ser firme, a sentirme segura de mí misma, me has enseñado a enfrentar situaciones difíciles.
He visto en tí un desparpajo que yo nunca tuve y que, la verdad, siempre he envidiado.
Me has enseñado a divertirme, a mostrarme, a sentirme segura de mí misma, a “hecharle cara a la vida”, a no dar importancia a la opinión de los demás y cuando la situación es más complicada a salir a la calle con la cabeza bien alta.
En mi corazón tienes un sitio privilegiado por que te lo has ganado a pulso, por tu desparpajo, por tu “cara dura” en ciertos momentos, por tu capacidad de diversión y porque no te duelen prendas en decirme las cosas tal cual las piensas, aunque yo no esté de acuerdo.
Tu frase era: Más vale arrepentirse de haber hecho algo, que estar pensando qué pasaría si hubiese hecho…
¿Has tenido alguien así en tu vida?