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Vampiros emocionales

¿Sabes lo que son?. Pues son los seres que se alimentan de la energía, la atención y las emociones de los demás, dejándolos agotados, frustrados y deprimidos. Son personas que no respetan los límites, que manipulan, que critican, que se victimizan, que mienten, que chantajean, que culpabilizan… En definitiva, son personas tóxicas que nos hacen daño y que dejamos que participen de nuestras vidas justificándonos de diferentes maneras.

Pueden ser familiares, amigos, parejas, compañeros de trabajo o incluso desconocidos. A veces no los identificamos porque se camuflan bajo una apariencia de bondad, de interés, de simpatía o de necesidad. Pero tarde o temprano, sus verdaderas intenciones salen a la luz y nos damos cuenta de que nos están chupando la sangre.

Hablamos mucho de amigos, parejas; en fin de personas que nos vamos encontrando y que escogemos que formen parte de nuestra vida, pero esas mismas personas son-pueden ser-serán vampiros emocionales de niños que no pueden escapar de su control. Acceden a ellos porque son sus hijos, sobrinos, hijos de amigos, … Entonces las pobres criaturas crecen pensando que esa es la conducta normal, que no son suficientes para que se les quiera, que no merecen amor por sí mismos, que el amor está sujeto a que se hagan las cosas como esa persona quiere y que nunca será suficiente.

Está muy mal visto que alguién diga en voz alta que pueden ser vampiros emocionales nuestros tíos, abuelos, padres o cualquier otro adulto en cuyo cuidado caiga la criatura. Ahí están perdidos porque los abusadores construyen una dependencia emocional con ellos que los va a mantener atados y deudores de por vida. Y así tenemos personas que o son manipuladores o son manipulados en su vida adulta y de esa forma perpetuamos la toxicidad emocional, el dolor asegurado de ellos o de los que les rodeen.

¿Cómo podemos reconocer a las personas tóxicas si el lazo invisible ya está instaurado?

Tocando el cielo

La mejor mezcla: el Sol y el Mar.

¿Te pasó a tí?

Cuando finalmente reuní el valor para poner fin a años de tormento, nunca imaginé que el camino hacia mi libertad estaría sembrado de nuevas formas de miedo. La ruptura no fue el final, sino un contínuo oscuro más, donde las sombras de la persecución y las amenazas se convirtieron en mi nueva realidad. Incapaz de aceptar lo inexorable, pude ver otra vez más su peor cara y su obsesión, en una persecución sin descanso que no dejaba espacio al aliento.

Vivir con el constante temor de que algo terrible pudiera suceder no nos obligó a cambiar nuestra rutina, a mirábamos por encima del hombro, a saltábamos al menor ruido. Las noches se convirtieron en un escenario más de la pesadilla iniciada años antes, cada pequeño sonido, el teléfono sonando, todo era un recordatorio de que la amenaza seguía ahí, acechando. La tranquilidad que había supuesto la nueva forma de vida para protegernos se sentía frágil, vulnerable a ser destrozada en cualquier momento.

La angustia de saber que el miedo no me alcanzaba sólo a mí, me desgarraba el alma. Ver lo que debería ser una inocencia despreocupada, ahora marcada por la incredulidad, el desconcierto y la preocupación, me rompía el corazón una y otra vez. Había que protegerlo, debía ser el escudo contra un peligro que nunca debería haber conocido. La lucha por nuestra seguridad y bienestar nos unió de maneras que nunca imaginé, transformando nuestro vínculo en una fortaleza impenetrable.

A pesar de la oscuridad que nos rodeaba, me aferré a la luz de la esperanza. Cada día que pasaba era un recordatorio de fortaleza y determinación. Con la adversidad cara a cara, aprendí el verdadero significado de la amistad. Esta batalla por nuestra libertad me enseñó que, incluso con el alma quemada, puedo encontrar la fuerza para renacer de las cenizas, para reconstruir vidas sobre los cimientos del amor, la seguridad y, sobre todo, la esperanza en un futuro donde la sombra se disipe, dejándonos finalmente en paz. En este camino cada paso adelante es una victoria, un acto de valentía que nos acerca a la tranquilidad.

Y así fué…

Amigos

Hoy me gustaría compartir algo que la vida me ha enseñado a lo largo de los años. Una lección sobre el valor de reinventarse, desde el principio.

Cuando las arrugas comenzaron a trazar mapas más definidos en mi rostro y el plata comenzó a reclamar su territorio, descubrí que el crecimiento personal no tiene fecha de caducidad.

Me enfrenté a mi yo un montón de veces, no solo para contemplar el paso del tiempo, sino para preguntarme sinceramente: «¿Cómo puedo mejorar? ¿Cómo puedo «espolear» mi natural inquietud? ¿Qué me divertiría hacer? ¿Qué es lo que me provoca curiosidad aprender?.

En todas las ocasiones la escritura ha resultado ser catártica para mí, una pasión que había postergado por décadas.

Al principio, las palabras se me resisten, tímidas, como si dudaran de mi capacidad para darles vida. Pero persisto (a veces), y el lápiz (o el teclado) corre por la hoja a una velocidad de vértigo y parece la historia se está escribiendo a sí misma.

Es estupendo descubrir (o retomar una abandonada) una nueva pasión, aprender algo nuevo, que puede cambiar o no el curso de tu historia.

La vida es un lienzo en blanco (aunque a veces parece negro). Voy a pintarla de color y a ver si dejo un buen recuerdo en todos aquellos que me rodean y que forman parte de lo que yo llamo «mi gente».

Así que te invito a reflexionar: ¿Hay algo que siempre has querido hacer pero nunca te has atrevido?

Por tí

Hoy va por ti que eres parte de mi pasado, presente y futuro. Tocó y sé que nada de lo que te diga puede minorar el rasgar de tu alma. Sólo deja que participe de tus dolores de cabeza, de tus noches sin dormir, de tus “cara…” y si lo necesitas o lo quieres de tus lágrimas. Sólo deja que esté ahí. Haré lo mejor que sepa y pueda.

Tocó y no es la primera vez. Se me parte el alma por no poder evitarte este golpe. Lamento que, además, tengas que ver por segunda vez que no todo lo que reluce es oro y que no todo el mundo que parece amigo está cuando hace falta.

Deja que intente alegrarte el día: Bon día, bon día, bon día. Bon día a la matí…”

Cada día un poco más

Este endemoniadamente complicado mundo 

Aquí me encuentro, sudando «tinta informática» para subirme un poco al mundo de las nuevas tecnologías, «adorando» más horas al ordenador que cuando ví por primera vez la «pantalla negra» de MS DOS. !Cosas de haber permanecido al margen de las novedades más nuevas!.

Necesito con urgencia una adolescente que me enseñe a navegar por éste mundo «enloquecido» de la informática de las redes sociales, blogs, calendars, webs,… Vamos lo que cualquier jovencita maneja sin que se le mueva una pestaña (alguna de mis coetáneas no podría ni pensar en ello) y a mí se me ponen los pelos de punta hasta llegar al techo.

¿Cómo podría «aliviar el sufrimiento»?

Crecer con la vida

Cada día que pasa toca aprender de la vida, a jugártela, a olerla, a saborearla, a tocarla, a oirla, a disfrutarla, a sufrirla, a sonreirla, a llorarla… En resumen a vivirla.

Toca aprender nuevos roles, aún cuando no parecen más que una extensión de los anteriores, una mezcla de los roles ya adoptados y los nuevos.

Toca ver cómo los bebés han pasado a adolescentes, luego a adultos, forman pareja (que incorporas a los afectos) y luego tienen sus propios bebés y se te parte el alma del amor que sientes por cada uno de ellos.

A veces la vida te atropella como un tsunami y te parte el alma, te rasga, te duele. Entonces toca tragar saliva y enfrentar el dolor e intentar ser un poco crítica con lo que has estado haciendo o cómo has decidido vivir y cómo esto ha afectado a la vida de los demás.

Una vez ahí, deja que pase tiempo para ir colocando cada sentimiento, valoración, actitud en su sitio y ver cómo evoluciona.

¿Cómo lo has vivido tú?